Una noche como “cataphile”

Cuando aún estando en Argentina me dijeron: “vas a descubrir Paris de una manera que no muchos conocen” inmediatamente me anoté en el plan y esperé ansiosa a que llegara el día. Paris sous terre – bajo tierra -, prometedora invitación que tras una investigación exhaustiva en Google se me antojó curiosa e incierta al mismo tiempo.IMG_4821

El turista que busca en la ciudad algo más que museos e iglesias puede visitar las catacumbas parisinas por 45 minutos y un precio aproximado de 10€. Son visitas diurnas y, aunque no califican entre lo más popular por aquí, hay quienes hacen la experiencia y descubren una pequeña parte de los 300 km de galerías subterráneas (las antiguas carrières de Paris), que se calcula albergan los restos de más de 6 millones de personas.

En nuestro caso la incertidumbre inicial se debía a que la invitación personalizada tenía algunas diferencias respecto de la visita turística “oficial”. La cita era a las 21hs en una calle cualquiera de la ciudad, con linternas + una lámpara de carbón en mano + zapatos aptos para mojarse y nuestras mochilas al hombro. En ellas cargamos, según las indicaciones: velas, une petite bouteille de pif paf (una manera simpática de nombrar a la botella de alcohol para alegrar l’esprit des catacombes), una sartén, cubiertos y un hornillo para cocinar.IMG_4827 b&w

A esta altura vale aclarar que hay más de una forma de descubrir estos pasajes que de hecho se extienden debajo de casi toda la ciudad.

  • Opción 1: uno busca en internet las salidas, paga, visita, saca fotos y vuelve a su casa con el souvenir.
  • Opción 2: uno conoce a alguien, que conoce a alguien, que es cataphile (término real en esta lengua que designa a los visitantes clandestinos de las carrières de Paris). Entonces sale en plena noche a levantar la tapa de una alcantarilla situada en mitad de la vereda (si si, las de las Tortugas Ninjas, esas mismas) y bajo la mirada suspicaz de algún transeúnte baja un tramo de escaleras en plena oscuridad e ingresa al mundo de les Catacombes Interdites (Catacumbas Prohibidas).IMG_4820

Ahora bien… ¿con qué opción se quedan ustedes? No es por influir en su elección, pero como último dato les comento que la segunda opción incluye una parada en salas como las que muestran en las fotos y una cena con omelettes, croque-monsieur y vino francés.

Además de, por supuesto, agua, barro, graffitis y una decoración creada por las velitas, adornos y obras que los visitantes van dejando y disponiendo para pasar la velada, que hacen de este escenario uno de los más atípicos que conocí hasta el momento. Lejos de la postal del Sena y Notre Dame, una de las tantas caras ocultas y curiosas de ma belle ville.

IMG_4817Paris souterrain

Turista permanente

Un mes y medio entre Paris, Boulogne y un poco de Buenos Aires. Los primeros días en un país que vive un enero de temperaturas bajo cero me descubrí a mi misma observando, con la curiosidad propia del recién llegado, a la gente usando gorros de lana y bufandas mientras circulaban por la vereda en monopatín (aquí el trottinette es un medio de transporte más que habitual para grandes y chicos), y admirando la decoración navideña en un contexto donde las botas y el saco de Papá Noel parecen más adecuados que en Latinoamérica.

Ahora ya pasado un tiempo y empezando a habituarme a madrugar, a tomar café, a entender que ir a la fromagerie – quesería – no es cosa menor (de hecho es un acontecimiento del que posiblemente les hable en otro momento, porque LO AMERITA) y a comprar tiras de 10 tickets para el Metro (así me ahorro uno), creo que comienzo a entender un poco la preocupación de Cortázar, que en esta aventura funciona como una especie de guía y antecesor de la vida parisina para mí, cuando le escribía desde la Cité Universitaire a sus amigos los Jonquières en Argentina:

Ya llevo aquí cuatro meses, y anoche, al hacer un balance mental de este tiempo, me daba cuenta de la asombrosa familiaridad con que me muevo en este mundo. Ahí está, ahora, el peligro (…). Es ahora que debo impedir que los conceptos me escamoteen las vivencias (…). Quiero que la maravilla de la primera vez sea siempre la recompensa de mi mirada” – Cortázar, Julio; Cartas a los Jonquières, Alfaguara, Bs.As. 2010 .-

Cuando la fortuna, el destino, la vida, o como quiera llamar a la serie de circunstancias que me han traído a vivir al lugar que siempre soñé, te hacen un guiño semejante: ¿cómo no plantearse este tipo de ideas? ¿A ustedes les pasó alguna vez? Vivir con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto a sorprenderse todos los días no es tarea fácil. Viajar y cambiar el ritmo cotidiando ayuda, pero por un tiempo solamente. Nada impide que en algún momento nos volvamos a encontrar con el riesgo de una nueva cotidianeidad. Es por eso, mi querida ville lumière que hoy me decidí y me propongo ser contigo una turista permanente. Me propongo que tus luces, tus cafés y tus trenes me sigan sacando una sonrisa, que siempre haya una calle para tomar que no sepa donde termina y que cuando encuentre música en vivo en algún lugar inesperado, siempre tenga al menos un ratito para parar y escucharla…

Siguiendo esta línea de pensamiento y sacando ventaja a esto de escribirles cartas a través de medios virtuales, les muestro un poquito de lo que se ve a través de mi ventana por estos pagos.

Martes 13 y experimentos sociales

Hoy puse a prueba la tolerancia de los franceses al estar toda una mañana y parte de la tarde dando vueltas por Paris (verán el mapa al final) con un cartón de 1 x 0.70 mts y dos grandes bolsas con media librería dentro (PGS, si habremos estado en estas condiciones más de una vez!). Y cuando digo “dando vueltas” me refiero a caminar por calles super transitadas por mitad residentes/mitad turistas, subir y bajar del metro en hora pico y hacer malabares en las infinitas escaleras parisinas.

El experimento fue llamativamente positivo y hasta creo me sirivió para desterrar algunos mitos que escuché innumerables veces acerca de la sociedad local. Para que se den una idea, hasta me cedieron el paso varias veces para que entre primera al vagón (aunque claro, esto pudo haber sido en parte cortesía y en parte temor a ser golpeados por la enorme placa gris). Quizás sea la condición de extranjera y la disposición (y determinación) a encontrar en un país que no es el que nos vió crecer, aquellas cosas que nos hagan sentir a gusto y nos enamoren todos los días un poco más, pero vraiment cada día me resisto más a generalizaciones como “todos los parisinos son mala onda!” o “si hablás mal en francés, olvidate que te respondan”. 

Cada cual tendrá su experiencia, y me gustaría escucharlas! Pero por el momento, hoy martes 13 no me caso ni me embarco, pero me declaro decididamente optimista en este asunto.